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El tenis en silla rueda hacia una nueva dimensión en París: entre la expansión deportiva y el reconocimiento social

La disciplina paralímpica experimenta una época de cambio en búsqueda de su progreso y desarrollo profesional en el mundo de la raqueta

Martín De la Puente
Javier Martín Mombiela

En la sede de la Real Federación Española de Tenis (RFET), las personas van y vienen. Entran y salen. Los tonos de llamada de los móviles suenan, mientras las conversaciones paralelas se suceden. Entre la vorágine de trabajo, nueve réplicas de trofeos descansan en el domicilio de la entidad a los pies de la Gran Vía de Carlos III, en Barcelona: seis Copa Davis de la selección masculina y cinco Billie Jean King Cup de la femenina. Ningún galardón referente al tenis paralímpico decora la entrada. Al menos, por ahora.

“Tuve la suerte de vivirlo en directo”, dice Miguel Margets, extécnico de la RFET, sobre uno de los momentos que han marcado el deporte de la raqueta en silla en España. La fecha de la hazaña: 6 de septiembre de 2024. El escenario: la pista Philippe Chatrier de Roland Garros en París. Aquel día, Martín de la Puente y Daniel Caverzaschi lograron la primera medalla para el tenis paralímpico nacional. Nadie antes lo había conseguido. Nadie, desde que se introdujo la modalidad en los Juegos Paralímpicos de Barcelona 92.

Esta semana, del 3 al 7 de junio, el verde del Bois de Boulogne y la arenosidad de la arcilla parisina les da la posibilidad de volver a campeonar. Ahora, sin embargo, en el marco de la celebración de la Copa de los Mosqueteros paralímpica. De la Puente y Caverzaschi serán los únicos representantes españoles en el Grand Slam francés. Tanto en individuales como en dobles. En parejas, cosecharon el pasado verano un logro único, y de paso, suscitar el vuelo —un poco más alto— del tenis en silla hacia una nueva dimensión.

Martín de la Puente y Daniel Caverzaschi celebran la medalla de bronce durante los Juegos Paralímpicos de París 2024

“Son dos puntas de lanza muy potentes y aunque la disciplina haya ganado más visibilidad con ese bronce, aún nos falta mucho recorrido por hacer en nuestro país”, explica Margets quien fue capitán del combinado nacional femenino entre 1993 y 2011: cuatro de las cinco Fed Cups —actual Billie Jean King Cup— que computan en el palmarés del órgano regulador del tenis español le pertenecen. Actualmente, él es el responsable del seguimiento deportivo de las federaciones territoriales en la Federación.

“Lo que más me preocupa es que vienen pocos jugadores por debajo”, subraya el propio Margets que entiende el relevo generacional como uno de los mayores males del hermano del tenis de pie, a medio-largo plazo en el territorio. Actualmente, 21 de los más de 1.000 deportistas que conforman el ranking Uniqlo Wheelchair Tennis Tour de la International Tennis Federation (ITF) —sumando las categorías Open y Quad: modalidades que se diferencian por el mayor o menor grado de afectación física de los tenistas— son españoles: 18 hombres y tres mujeres. Por el momento, solamente se divisa el nombre de una promesa júnior, Sam Gómez Samblas (13 años).

“Una persona que quiera introducirse en este mundo empieza con un déficit de 5.000 euros. Hay países como Japón, Holanda o Francia donde el deporte para personas con discapacidad tiene más repercusión”, explica Kike Siscar, participante de los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 y París 2024 con la selección española. El jugador murciano subraya igualmente que su profesión cuenta con “ayudas limitadas” y se adhiere a un deporte “muy costoso”.

Por ejemplo, a la hora de adquirir una silla de ruedas profesional. “Las que utilizamos nosotros son totalmente distintas a las de calle. El gasto va desde los 4.000 a 16.000 euros”, puntualiza Dominik Bukala, número 50 en el ranking ITF. “Ahora que estoy arriba mi situación de dependencia es menor, pero los patrocinadores siguen siendo claves”, explica Daniel Caverzaschi sobre la manutención de un tenista paralímpico profesional.

“He llegado a jugar en Francia, ser campeón en individuales y dobles, y no serme rentable. La inscripción salía más cara que el premio”
Kike Siscar, tenista paralímpico profesional español

Y es que el prize-money —bolsa de premios en metálico que reparten los torneos entre los participantes— ha aumentado en los últimos años, incluyendo a los campeones. Wimbledon es uno de los certámenes que mayor remuneración económica ofrece. En la edición de 2024, en el All England Club, se dieron 77.567 euros para los vencedores en singles: un 26,2% más que en 2021, según informes oficiales de la organización del evento. Una tendencia que se extrapola al resto de majors: Open de Australia, Roland Garros y US Open.

No obstante, todavía es insuficiente: “Se deberían incrementar más las ganancias”, sentencia Walter Navarro, preparador físico de Martín de la Puente. “Los tenistas paralímpicos hacen el mismo esfuerzo que los de a pie para estar bien posicionados en el ranking. Pero en silla, si estás fuera del top-10, no puedes ganarte la vida”, lamenta el técnico. “He llegado a jugar en Francia, ser campeón en individuales y dobles, y no serme rentable. La inscripción salía más cara que el premio”, relata Kike Siscar.

“No te puedes acercar a las cifras del tenis de a pie, porque tampoco las generamos. Pero sí hay que intentar que los premios vayan incrementándose”, explica José Coronado, director del TRAM Barcelona Open, uno de los 18 certámenes que conforman la Liga Mapfre: la competición que marca la temporada del tenis en silla en España, junto al Masters Nacional. Ante estas problemáticas, desde la RFET trabajan en fomentar el desarrollo y la promoción de la modalidad, creando nuevas academias para reclutar a jóvenes promesas o mejorando la formación técnica de los entrenadores de tenis en silla.

El público observa un partido de tenis en silla del TRAM Barcelona Open.

También desde estamentos como el Comité Paralímpico Español (E). La institución aprobó el pasado agosto equiparar los premios por medalla de los deportistas españoles con y sin discapacidad por subir al podio en los Juegos de París 2024. Una medida que se aplicó entonces por primera vez en la historia y que permite desprenderse, poco a poco, de una “etapa de sensibilización” en el tenis paralímpico. Un período ya superado. Porque ahora “toca pasar al siguiente nivel” y “crear torneos de élite”, según Daniel Caverzaschi.

Solo cuatro campeonatos de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) —exhibiciones aparte— cohabitan la modalidad de a pie con la paralímpica, más allá de los Grand Slams: el ATP 500 de Rotterdam, el Masters 1000 de Roma, el ATP 250 de Eastbourne y el ATP 500 de Tokio. Sin embargo, el español destaca que el circuito Wheelchair ITF no busca “competir” con sus homólogos, sino “encontrar nuestro nicho en un mercado en el que podemos aportar valor”: “Seríamos un complemento perfecto para el público y generaríamos un entretenimiento extra”, sentencia el madrileño.

“Debemos rentabilizar todo el patrimonio que tenemos. Cuando Martín de la Puente y Dani Caverzaschi se retiren, no solo hemos de poder hablar de su legado, sino también de otros muchos jugadores”, manifiesta Miguel Margets. “La realidad del tenis paralímpico no puede ser más boyante en nuestro país”, concluye el extécnico de la RFET. Mientras tanto, el deporte español paladea aún uno de los mayores éxitos de su historia: la primera medalla del tenis en silla en unos Juegos Paralímpicos.

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Sobre la firma

Javier Martín Mombiela
Redactor en prácticas en la sección de Deportes. Aprendió en Diari de Barcelona, siguiendo la actualidad del FC Barcelona y escribiendo sobre polideportivo, y también ha pasado por La Vanguardia en un periodo de prácticas. Licenciado en Periodismo por la Universitat Pompeu Fabra, actualmente cursa el Máster de Periodismo Deportivo en la UPF-BSM.
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