25 años después, el Rayo vuelve a Europa y Vallecas lo goza: así respira el barrio el logro de la plantilla más veterana de la Liga
El conjunto madrileño jugará la fase previa de la Conference con un equipo en comunión con la grada, marcado por el compromiso de sus jugadores y la pericia del entrenador más joven, Iñigo Pérez


Los murales y pintadas con el escudo del Rayo en las calles de Vallecas envuelven el estadio de la barriada del sureste de Madrid. “Valentía, coraje y nobleza”, se puede leer en uno de ellos. No hay día de la semana, haya o no partido, en el que una camiseta blanca con una franja roja que la cruza no se vea por el barrio: en una terraza, un bar o una tienda. Este jueves el club cumplió 101 años y, durante su temporada del centenario, la entidad vallecana logró un hito para este club humilde: la vida de un barrio obrero caminará por Europa de nuevo 25 años después. “Le prometí a mi hijo hace unos años que si el Rayito volvía a Europa lo llevaría a verlo a cualquier sitio”, dice José Vara (Madrid, 62 años), un vecino que nació en el barrio y que cumple 22 años de socio, mientras da un sorbo a su taza de café en una terraza de un bar que colinda con el Estadio de Vallecas. A su lado, su hijo, Mario (29 años), también madrileño, que porta la camiseta de su equipo de la temporada en la que el Rayo jugó Europa por última vez, en la 2000-2001; y su sobrino Rafael (32 años). Ahora, José tendrá que cumplir la promesa que le hizo a Mario.
Los casi 14.000 espectadores que llenaron el viejo estadio de Vallecas explotaron de alegría cuando, con los jugadores en el césped, se confirmó que Osasuna no consiguió ganar en Mendizorroza. Miles de aficionados saltaron al terreno de juego, muchos de ellos con lágrimas en los ojos. Entre esa multitud estaba David Cobeño, director deportivo del Rayo y exportero del club. “El final del partido lo pasé en el túnel de vestuarios con Camello, Óscar Valentín y Etienne Eto’o”, cuenta Cobeño en una entrevista telefónica con este diario. Y añade: “Esto es un sueño. Nadie pensaba antes de empezar la temporada que nosotros íbamos a clasificarnos para Europa“.

La peculiaridad del club está en la gran comunión de los aficionados con los jugadores, pese a que gran parte de Vallecas coree en cada partido en casa ese “Presa, vete ya”. El reflejo de esa relación tan cercana con los jugadores es Óscar Trejo. José Vara recuerda cuando unos aficionados le dijeron al argentino que fuera un día a un bar cerca del estadio para reunirse con ellos. Dicho y hecho, después de un partido, Trejo apareció con su mujer e hijos para tener ese trato cercano con el aficionado.
El Chocota, pese a no tener demasiados minutos disputados este curso, es el capitán sin brazalete en el vestuario. De hecho, en palabras del entrenador, Iñigo Pérez —el segundo más joven de Primera a sus 37 años, los mismos que Claudio Giráldez, del Celta—, Trejo es el que le “aporta seguridad en todo momento”. Cuando supieron que estaban en Europa el próximo curso, técnico y jugador se fundieron en un abrazo.
Parte de la culpa de esta magnífica temporada la tiene justamente Iñigo Pérez, un tipo discreto y educado, amante de la lectura, que ha conseguido que los buenos resultados den la razón a uno de los equipos más intensos de Primera, valiente y vertical, pese a ser la plantilla más veterana de la Liga (la media es de 29,8 años). Pérez se empapó del atrevimiento y los planteamientos tácticos de Andoni Iraola, de quien fue su ayudante en Vallecas y el Bournemouth. “Aprieta un montón, con un ritmo muy alto y no te pasa ni una. Con Iraola, en los ejercicios te podías dosificar un poco, pero con él no”, contaban a este diario desde el vestuario de la franja tres meses atrás. El trabajo ha dado sus frutos.

Otra de las claves del éxito de este Rayo es el guardameta Augusto Batalla, que ha dejado hasta en ocho ocasiones la portería a cero: ostenta una media de tres paradas por partido y ha disputado 32. José Vara lo define como “el típico portero canchero argentino”. Fue precisamente Cobeño, que ocupaba la portería del equipo en el pasado, quien habló con Batalla para traerlo al Rayo. “Tuve varias llamadas con él antes de que acabara la temporada pasada porque creía que podía encajar al 100% en lo que es el club, el barrio y en lo que transmite la afición en el estadio”, explica el director deportivo. Al inicio de las negociaciones con River Plate solo pudieron optar por una cesión porque, argumenta Cobeño, no había presupuesto para afrontar una compra. Finalmente, en enero, el Rayo decidió comprarlo. “Augusto ha puesto mucho de su parte y sin el rendimiento que ha dado seguro que no hubiésemos conseguido este objetivo”, razona el exportero.
Ahora el Rayo comienza a trabajar para reforzar su plantilla y tener ese fondo de armario que necesitan los clubes que juegan en varias competiciones para no complicar sus principales objetivos. En el caso del Rayo, la permanencia. “Nuestro objetivo está claro que siempre es la salvación por el presupuesto límite de la plantilla y del club. Aunque la dinámica del equipo de estos últimos años siempre ha sido buena, nosotros hasta que no conseguimos la salvación nunca nos ponemos otro objetivo”. Equipos como el Girona, que este año ha sufrido para alcanzar esa meta inicial, o el Espanyol en el curso 2019-2020, que consumó el descenso a Segunda División, son ejemplos poderosos.
La polémica del Estadio Municipal de Vallecas
La incógnita del Rayo es saber si la UEFA dejará al equipo jugar en su estadio la Conference. Además, Vallecas vive en una constante polémica con el presidente, Raúl Martín Presa, y el campo. El estadio pertenece a la Comunidad de Madrid y está bastante deteriorado. Por ello, Presa quiere cambiar su ubicación y sacarlo de Vallecas. “Continuar aquí será la condena del Rayo, tenemos un campo obsoleto que no nos permite crecer”, declaró el presidente a Dazn en la previa del partido ante el Espanyol. Sin embargo, muchos aficionados no están a favor de ese traslado. Es el caso de Mauricio López Uzal, socio número 47 del club y abonado, precisamente, desde hace 47 años. “Es una vergüenza cómo tenemos el campo. Pero no puede ser tampoco que nos quiten el estadio del barrio. El Rayo se creó aquí”, apunta López.
Independientemente de esta polémica, Vallecas vuelve a soñar. El Rayo, que participó hace 25 años en competición europea por juego limpio, ahora se ha ganado su puesto con un gran juego, el sacrificio de sus jugadores en cada encuentro y los resultados del equipo. Y cómo no, esto no lo hubieran conseguido sin el empuje incondicional de sus aficionados en el estadio de Vallecas.
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