Camila Guevara, la floreciente voz del nuevo sonido cubano
Nieta de dos de las grandes leyendas de Cuba, Pablo Milanés y el Che, la cantautora es una de las voces aclamadas por la crítica. Presenta ‘Dame Flores’, un ambicioso álbum debut que mezcla influencias de la música latina con la música urbana


Pablo Milanés quiso despedirse de su público en La Habana una noche de verano de 2022. El intérprete, que ya estaba muy enfermo, conservaba una voz calmada y vibrante que lograba envolver el auditorio de la capital cubana, como una ola que acaricia la orilla. “Ámame como soy, tómame sin temor / tócame con amor, que voy a perder la calma […]”. La luz del gran músico cubano se apagaría unos meses más tarde, en noviembre.
Tres años después, sobre la tarima de un pequeño local céntrico de Ciudad de México, su nieta Camila Guevara (La Habana, 24 años) toma el micrófono. “Esta canción es de un tal Pablito Milanés, que tengo la suerte de tener su sangre”, dice ante medio centenar de personas. Interpreta aquel tema, Ámame como soy. Es la segunda actuación de su primera gira, pero toma el escenario con la seguridad de quien pasea por su casa. Guevara es una de las voces jóvenes recomendadas por Rolling Stone y la actuación en Ciudad de México es la culminación de Dame Flores, un ambicioso álbum debut en el que la música latina convive con la urbana.
La joven cantante saluda antes de la entrevista con EL PAÍS. Se sienta sobre una butaca gris con patas de madera. Habla sobre Ámame como soy. “Mi mamá [Suylen Milanés] cantaba mucho esa canción como trío con mis tías. Me encantaba cuando eso pasaba en los conciertos de él [Pablo Milanés]. Era como muy fuerte para mí. Todas tenían las voces hermosas y se complementaban muy bien. Crecí con esa canción”, apunta con una voz suave, esbozando alguna sonrisa. Guevara creció en un entorno musical. Dice que desde que era pequeña supo que quería ser cantante, pero que tuvo momentos en la adolescencia en los que no sabía a dónde iba. “Pero siento que, en el fondo, la música era mi meta final. Desde chiquita mostré mucho interés por eso”. Imitaba a su madre, empezaba a cantar ante la gente (“cuando era más chiquita, no me daba pudor; ahora, un poco más”) y pronto empezó a escribir.
Su madre le decía desde niña que debía ir a los conciertos de su abuelo, que con el paso del tiempo se daría cuenta de la importancia que tenía. “Mi abuelo ha sido como un maestro para mí. Realmente, he estudiado su manera de cantar porque era un virtuoso. Y tenía muchas armonías raras y una musicalidad muy rica, me fui dando cuenta mientras crecí. Cuando era niña, era medio obligatorio, ‘Vamos al concierto del abuelo’, ‘Vamos al concierto de la tía’. Al final, terminas tomando algo de ahí inconscientemente, aunque no entiendas nada”.
—Entiendo que nacer en Cuba también influye.
—Tengo muchas influencias de los ritmos cubanos y del sabor de cubano. La idiosincrasia de nosotros nos marca mucho a todos. Siento que en la música, la cubana, tiene como ese sabor y ese carácter que hace una diferencia.
Cuando tenía 21 años, compuso Lluvia, y más tarde llegó Crueldá. Dos pinceladas “medio oscuras”, donde el desamor y el despecho pedían a gritos la llegada de cosas mejores. Fue el origen de ese Dame Flores que titula el álbum. En él, toma el bolero y la salsa, pero también tintes de la música urbana. “La verdad, me aburrí totalmente de hacer canciones con la guitarra, así melancólicas. Decidí divertirme más dentro de la música. Siento que en la música puedes hacer también lo que tú quieras. Quería que el disco tuviera mucha diversidad. Que fuera entretenido. A veces, no me gusta escuchar un álbum entero porque necesito diferentes emociones”.
—Al nacer en ese entorno, ¿siente que puede haber presión al intentar innovar con el sonido?
—Puede ser, siempre hay gente así, pero tampoco es mi responsabilidad. Siento que esas maneras de pensar son bastante obsoletas en un punto. Y no sé, mi abuelo fue bastante vanguardista, y creo que hizo lo que quiso hacer. Yo tomo de ahí ese legado que dejó. Y siento que es una cosa muy personal. Ese tipo de cosas no me afectan tanto.

Un puchero, ojos humedecidos
Un pequeño ramo de flores preside el escenario. Sujeta el micrófono con la mano izquierda, y acompaña el sonido moviendo su brazo derecho. Es la segunda vez que toca con los cinco músicos de su banda sobre la tarima. No lo aparenta en el momento, pero durante la conversación dice que estaba nerviosa. “Una ya aprende también a manejar ciertas situaciones. Hubo un montón de equivocaciones. Pero tenemos tanta confianza en un punto, aunque no nos conozcamos [tanto]. Había como una linda energía, compenetración”, asegura.
Sobre el escenario, habla de su familia por un momento. Hace un pequeño puchero, y canta Vida. “Hola, muerte / me has estado rondando este año / como si quisieras decir algo”. Guevara sufrió un duro golpe en 2022, cuando en pocos meses fallecieron su papá, Camilo Guevara, su mamá y su abuelo. Todo desembocó en ese tema. “Fue como, ¿qué está pasando? ¿Por qué me está pasando esto a mí? Fue un momento de mucha reflexión y molestia. Era como: ‘Ya no me importa ni qué me pase a mí, quiero aprovechar este tiempo que estoy aquí. Siento que todo esto me está diciendo algo, como que tengo que vivir más o algo así”.
—La canción fue como expresión de la angustia.
—Sí, no sé. Fue como un despertar de alguna manera. Como “tengo que hacer algo para salir de este hueco y simplemente vivir más, sentir más la vida”.
Un tatuaje en el brazo izquierdo
Una línea traza una firma en su brazo izquierdo, “Che”. Es el sello de Ernesto Che Guevara, líder guerrillero y uno de los ideólogos de la Revolución cubana. No dice mucho acerca de su influencia en ella —murió 33 años antes de que naciese—, pero sí de Camilo Guevara, su padre. “No lo sé [si el Che tuvo algo de influencia en mi música], realmente más mi papá. Tenía mucha sensibilidad poética, hacía canciones y me mostró eso. Mi papá influyó mucho en la música que hago hoy, porque también me ponía mucho rock. Pero bueno, mi abuelo, en sí, creo que en esa parte no”, dice riendo.
—En muchas ocasiones se entiende al Che como un personaje culto. ¿Influyó de algún modo en su música? Incluso por su padre...
—Total. Mi papá era un erudito, era muy culto. Le fascinaba la ciencia. Yo era más reacia, no me gustaba que me impusieran ese tipo de cosas, soy más de leer lo que a mí me gusta, lo que me emociona, lo que termina yéndose por otros lugares, más a lo mejor emocionales, psicológicos.
El concierto de Camila Guevara en la sala del centro de la capital mexicana está a punto de terminar. Lleva recogido una parte del pelo, y la otra le cubre los ojos. Habla acerca de huir “de los límites de cualquier lugar, de cualquier ideología”. Comienza a cantar Conocer el mar.
—¿A qué se refería con esa frase?
—Siento que era más grande que eso. Es los límites de un lugar, de cualquier ideología de cualquier creencia tuya. Hablo en la canción de esas creencias limitantes, del “no soy suficiente”, como de esa falta de valor propio o cosas así que pueden ser limitantes. De eso va la canción, como irte más allá de tus propias limitaciones. Ya sea de un lugar o ya sea de una ideología, o de ti misma.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad , así podrás añadir otro . Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
